lunes, 28 de abril de 2014

Gustavo Bueno: “Hay que explicar por qué la gente los ve”

En 2000, junto con Raúl Angulo e Iñigo Ongay, tuve la ocasión de entrevistar en su casa de Llanes al gran filósofo español Gustavo Bueno. El final de esta larga entrevista lo dedicamos a los extraterrestres.

Resultó que Bueno, aunque exhibía un escepticismo socarrón, conocía bastante bien el asunto. Había leído a Sesma, el libro de Jung "sobre cosas que se ven en el cielo" y entre otras cosas estaba al corriente de las revelaciones sobre el carácter fraudulento del caso "Ummo", uno de los más conocidos de la ufología española.

A mí me han abucheado en Palma de Mallorca, en los años 80, cuando di allí una conferencia. Al final, en el coloquio –había un público bastante raro, por cierto– me pidieron que diera mi opinión sobre los extraterrestres. Me preguntaron si los había visto, y contesté que no. Resulta que en aquellos días habían aparecido en la playa ovnis, y además había un congreso sobre ello. Me dijeron que primero fuera a la playa antes de pronunciarme sobre el tema. Me negué, pues tenía que coger el avión y no podía ir a la playa, lo que causó una repulsa completa. Me llamaron doctrinario, pues negaba la existencia de extraterrestres por no haberlos visto. Yo contesté que ellos tampoco los habían visto: aunque vayamos a la playa, veremos cosas diferentes. Con todo, hay que explicar por qué la gente los ve. Aquí en Asturias, un taxista vio dos extraterrestres y habló con ellos (¿en qué idioma?), fue a la policía y nadie le discutió, es decir, nadie le llevó al manicomio. Fue un asunto muy comentado. «Si es fulano de tal», decían, «si yo le conozco, y es una persona normal, pues habrá hablado con ellos.».

Efectivamente, hay que explicarlo. Y parafraseando al viejo Parménides, hasta de los platillos volantes hay ideas.

domingo, 27 de abril de 2014

Darwin y los extraterrestres

La vida extraterrestre es un antiguo sueño humano. Entre otros, especularon sobre ello Platón, Luciano de Samosata, Fontenelle o Cirano de Bergerac, antes de la explosión de la literatura de anticipación, y de la ciencia-ficción a partir del siglo XIX.

En el contexto de la ciencia biológica, y concretamente de las teorías evolucionistas de Charles Darwin, todo empieza por un error. Como es bien sabido, Darwin había propuesto en 1859 un origen puramente natural de las especies, basándose en el mecanismo de la selección natural y en la evolución a partir de formas inferiores de vida. Uno de los problemas teóricos con los que se topó el evolucionismo, sin embargo, fue el hecho de que la tierra parecía ser demasiado joven para explicar la evolución de la complejidad biológica actual. Pero este supuesto se basaba en los cálculos erróneos del físico Lord Kelvin (1824-1907).

La supuesta juventud de la tierra, y los numerosos huecos que ofrecía el registro fósil conocido en el siglo XIX permitió a algunos naturalistas, como Otto Hahn (1828-1904), autor del libro Die Meterorite (Chondrite) und ihre organismem (1880) buscar un origen no terrestre de la vida. Los detalles los cuentan en un blog de Scientific American:

Hahn argumentó que los meteoritos estudiados eran remanentes de nubes cósmicas de gas, vapor y polvo a partir del cual se formó nuestro sistema solar. La vida se formó en este ambiente semi-líquido, evolucionando al menos hasta el estado de los invertebrados. Tras la formación de los planetas, aglomerados de materia transportaron estos organismos primitivos hasta la tierra donde continuaron evolucionando hasta la aparición del hombre.

Por lo visto Darwin conocía las teorías de Hahn, aunque los expertos consideran improbable que se tomara realmente en serio la hipótesis sobre el origen extraterrestre de la vida terrestre. De hecho, el mismo Darwin dedicó ediciones posteriores de El origen a desmontar la teoría de Kelvin, mostrando que (como sabemos hoy) hay suficiente tiempo en la tierra para explicar un origen nativo de la vida.

jueves, 24 de abril de 2014

La visión de Fray Julián de Alcalá

Acabo de terminar estos días de leer la "biografía definitiva" de Geoffrey Parker sobre Felipe II (Editorial Planeta, 2012). Al tratar sobre la muerte del monarca, Parker menciona esta visión del alma del rey ascendiendo a los cielos, atribuida entre otros al fraile Julián de Alcalá, y pintada posteriormente por Murillo.

La muerte de Felipe II, un 13 de septiembre de 1598, "cuando el Alba rompía por el oriente", causó una gran conmoción en sus súbditos. Fray José de Sigüenza (1544-1606) estaba convencido de que la súbita lucidez de Felipe ante la muerte "no pudo obedecer a causas naturales" y, sobre todo, de la salvación del monarca. Algunos contemporáneos incluso creyeron ver "entrar en el cielo el alma del prudentísimo rey, después de aver estado en el purgatorio". Aunque los testigos de este prodigio no se pusieron de acuerdo en torno a la fecha exacta de la elevación regia, los relatos coincidían a grandes rasgos con esta descripción de la visión experimentada por fray Julián de Agustín (Alcalá):

Un día por el fin de septiembre, del año de 1603, [fray Julián] dixo delante de cinco testigos que a las nueve de la noche, poco más, aparecerían en el cielo dos nubes coloradas, una en la parte de Oriente y otra en la de Occidente, y se juntarían en una; y al tiempo que se juntassen, saldría del Purgatorio y entraría en la Gloria el ánima del Católico Rey don Felipe II de gloriosa memoria. (Citado por Geoffrey Parker, Pág 953-53)

En el marco fuertemente espiritual de la época, estas visiones no eran inusuales. Además, la convicción de que el gran rey español descansaba merecidamente en los cielos podía apoyarse en la generalizada creencia en la eficacia de las oraciones, o en el poder redentor de las 7.422 reliquias que consiguió coleccionar en su vida Felipe II. El rey también hacía que rociasen su lecho con agua bendita, ya que la doctrina de la iglesia sostenía que este recurso podía lavar los pecados veniales.

La visión de Fray Julián de Alcalá (Detalle)


Para un ufólogo moderno es desde luego tentador clasificar este tipo de fenómenos dentro de la misma categoría que los "platillos volantes". Jacques Vallée, el inventor de la hipótesis de "Magonia", junto con Chris Aubeck, ha publicado recientemente una historia retrospectiva de la ufología, mostrando que las visiones de "maravillas en el cielo" son bastante comunes en todas las épocas. También cabe recordar la hipótesis de Carl Jung, autor de un maravilloso librito sobre cosas que se ven en el cielo, según el cual los platillos y otras luces celestes podrían ser arquetipos de lo inconsciente colectivo.

La mayoría de los católicos españoles del siglo XVI, con el rey a la cabeza, hubieran encontrado extraña (o herética) esta sugerencia de Jung o de los ufólogos sofisticados, que insinúan una susbtancia común entre las visiones de Fray Julián y el platillo de Rosswell. Para los súbditos de Felipe, esas "nubes coloradas" no eran metafísicas, sino la misma alma del rey ascendiendo al cielo empíreo, y los testimonios históricos son lo bastante explícitos como para afirmar el carácter literal de estas creencias.

Publicado en La revolución naturalista.

lunes, 21 de abril de 2014

La maldición OVNI de Philip J. Klass

Según Wikipedia:

A los ufólogos que me critican, o han tenido alguna vez pensamientos poco agradables sobre mí en privado, por la presente dejo y lego: La Maldición OVNI. No importa lo larga que sea tu vida, jamás sabrás nada más de lo que sabes hoy sobre los OVNIs. Nunca sabrás nada más sobre lo que son realmente los OVNIs, o de donde vienen. Nunca sabrás nada más sobre lo que realmente sabe el gobierno de los Estados Unidos de lo que sabes hoy. Cuando yazcas en cama en las postrimerías de la muerte estarás tan desconcertado sobre los OVNIs como lo estás hoy. Y recordarás esta maldición.

domingo, 20 de abril de 2014

Los creyentes tienden más a interpretar fenómenos aleatorios en términos mentales

Los amantes de las anomalías y misterios suelen subrayar rutinariamente el papel de las casualidades significativas, sincronicidades, patrones ocultos, etc.

El asunto ha interesado a los científicos cognitivos, ya que parece que la tendencia a advertir este tipo de patrones está asociada con las creencias sobrenaturales y tiene que ver con el modo en que el cerebro procesa la información, sobre todo aquellas áreas asociadas con la "teoría de la mente". Michael Shermer llama a esto "patronicidad" ("patternicity"): "la tendencia a hallar patrones significativos en ruido no significativo." Según Shermer la evolución no nos ha dotado con una adaptación específica para detectar los falsos y los verdaderos patrones y "de ahí la necesidad de la ciencia con sus mecanismos autocorrectores de replicación y revisión por pares". El problema, para muchos de los creyentes en anomalías, es que para ellos la ciencia oficial es sistemáticamente sospechosa, por lo que estos mecanismos correctores difícilmente servirían desde una perspectiva heterodoxa.

Un estudio reciente (Riekki et al., 2014) confirma que existe una interesante asociación entre esta tendencia a detectar patrones y las creencias sobrenaturales. Aunque la muestra es minúscula (12 creyentes y 11 escépticos), los resultados son consistentes con la línea de investigación. Del extracto:

Comparados con los escépticos, los creyentes en lo sobrenatural calificaron los movimientos al azar como más intencionales, y experimentaron una activación más fuerte de los circuitos asociados con la teoría de la mente durante la animación con movimiento aleatorio. La fuerza en la activación relacionada con la teoría de la mente está asociada con la tendencia de los creyentes en lo sobrenatural de interpretar fenómenos aleatorios en términos mentales. En consecuencia, las diferencias en el procesamiento de la teoría de la mente podrían contribuir a las diferencias entre creer y no creer.

Las discusiones entre "creyentes" y "escépticos" son inútiles, y suelen resolverse de forma violenta, no sólo porque enfrentan teorías, intereses y quizás valores personales opuestos, sino probablemente porque enfrentan cerebros diferentes.

jueves, 17 de abril de 2014

La “sequía ufológica” como “silencio de Dios”

"Sequía ufológica" es un término que se utiliza en ocasiones para referirse a un supuesto descenso en la "casuística" ufológica y quizás a un apagón informativo sobre el tema. Viene a ser el reverso de otro término ufológico muy empleado: oleada. Estas "oleadas", en la jerga, son periodos de tiempo concretos en los que, presuntamente, aumenta la casuística OVNI en una área local determinada.

No todos los ufólogos están de acuerdo con la hipótesis de la sequía. Según Iker Jiménez, autor de una Historia de los OVNIs en España, en los años 90 del siglo pasado también se produjeron en nuestro país "oleadas" intensas. Y según Carlos Canales y Jesús Callejo la supuesta sequía sería más bien una peculiaridad española. Aún asi, la idea de sequía está muy extendida en España. En alguna entrevista, J.J. Benítez lo ha reconocido implícitamente al augurar una nueva oleada que resucitará el interés platillista, hoy en horas bajas. Esta opinión nostálgica de la periodista Lourdes Martin es representativa:

Me he lamentado una y mil veces por no haber nacido antes. Por no haber vivido esa época en la que los teléfonos de las redacciones periodísticas especializadas en la cuestión echaban humo intentando recoger todas las llamadas de cientos de testigos que aseguraban haber descubierto aquel misterio en los cielos. Me imagino que serían momentos de esquizofrenia, instantes en los que prima la actualidad y la presteza informativa y en los que no hay tiempo para hacer una reflexión profunda acerca del por qué de la cuestión. Y es que seguramente no fuera necesario, porque cuando se tiene delante hechos que no pueden explicarse de ninguna de las formas posibles sin acudir a hipótesis que hablan de tecnología superior e incluso extraterrestre, es sencillamente accesorio interrogarse sobre la veracidad de dichas informaciones.

Habría que subrayar que las llamadas "oleadas" son, ante todo, oleadas de testimonios y noticias. Las presuntas oleadas se sustentan básicamente en la fe de los investigadores privados y sus redes informales de corresponsables en los testimonios (subjetivos) de los testigos más que en las evidencias objetivas, analógamente a como la reciente "oleada" de acoso sexual en la comunidad escéptica y humanista norteamericana, pese a identificarse como "racionalista", se sustenta en la creencia en los relatos de las supuestas víctimas.

Supuesto OVNI de la "oleada belga" de 1990

Desde luego no soy el primero en cuestionar la consistencia de las supuestas oleadas, ni me corresponde emitir un juicio. Según los escépticos Felix Ares y David G. López (Estudio de la oleada 1968-1969), estas oleadas estarían estimuladas por los medios de comunicación de masas y se transmitirían según un modelo epidemiológico: cuánto más se habla de platillos volantes en los medios de comunicación, más gente está dispuesta a informar de avistamientos y "encuentros" con platillos. Philip J. Klass lo expresó así:

Una vez que las informaciones periodísticas llevan al público a creer que puede haber ovnis cerca, hay muchos objetos naturales o hechos por el hombre que, especialmente de noche, pueden adquirir características inusuales en la mente de testigos predispuestos. Los testimonios de estas personas ayudan, a su vez, a aumentar el entusiasmo de la gente, lo que lleva a más personas a esperar ver ovnis. Esta situación se realimenta hasta que los medios de comunicación pierden interés por el asunto; entonces la oleada de observaciones acaba rápidamente.

Aunque soy algo renuente a equiparar la ufologia con la fenomenología religiosa, es evidente que existen continuidades. Los "platillos" tienen desde luego algo de uránico, sus presuntos tripulantes e intenciones aparentan tener algo que ver con los dioses "de lo alto" descritos por Mircea Eliade, y las similitudes con el "fenómeno" religioso son todavía más poderosas en el contactismo y los llamados "encuentros en la tercera fase". También el psicólogo Carl G. Jung ha subrayado el carácter espiritual y arquetípico numinoso de los platillos, que el entendía como mandalas modernos. Por no mencionar a los proponentes de hipótesis astroarqueológicas, como Erich Von Daniken, o la angelología extraterrestre (teovnilogía) de Salvador Freixedo.

Suponiendo una continuidad entre ufología y religión, creo que la llamada "sequía" recuerda a lo que los teólogos conocen como "silencio de Dios". Un silencio que aunque no tiene por qué interpretarse como una evidencia negativa, tal y como explican en el Diccionario de teología fundamental: "el silencio como lenguaje que se asume para hacer comprender en plenitud los signos y las palabras expresadas" (Pág. 1373), de todos modos coloca al creyente en una situación desconcertante. Al igual que los teólogos interpretan el silencio divino como una evidencia indirecta más profunda de la revelación, los ufólogos, contactados y creyentes platillistas siempre pueden interpretar la supuesta "sequía" de alguna forma sofisticada en que no comprometa sus creencias o posiciones fundamentales. Por ejemplo, como un simple aplazamiento de la promesa mesiánica, o "contacto", en el sentido de J.J. Benítez.

domingo, 13 de abril de 2014

Misterios materialistas y misterios espiritualistas

Si no recuerdo mal, la distinción se le ocurrió a Jorge San Miguel (por lo visto inspirado en un ensayo de Rafael Llopis sobre Lovecraft) durante una conservación informal en Twitter y desde entonces me ha parecido interesante.

Aunque técnicamente "materialismo","fisicalismo" y "naturalismo" no son lo mismo, a efectos de esta anotación los trataré como sinónimos. Podemos asumir que estos términos forman parte de una constelación filosófica familiar, de la misma forma que "espiritualismo", "idealismo" o "sobrenaturalismo".

Un "misterio materialista" sería aquel enigma, anomalía o suceso inexplicado que, de ser cierto, cumpliría el requisito conocido por los fisicalistas como "cierre causal" del mundo físico: "La idea de que todos los hechos tienen una causa física, suponiendo que posea una". El cierre fisicalista, por tanto, excluye cualquier causa sobrenatural o, simplemente, no física de los fenómenos.

Los OVNIs son un misterio materialista por lo menos en los términos de la ufología clásica, en especial de la "hipótesis extraterrestre". Según esta hipótesis, parece que sostenida claramente por primera vez por el oficial de la marina estadounidense Donald Keyhoe (1897-1988), los objetos voladores no identificados son en realidad astronaves tripuladas procedentes del espacio exterior. En nuestro entorno, Antonio Ribera (1920-2001) también defendió que los platillos eran "máquinas del cosmos" o "supermáquinas".

Para los ufólogos posclásicos, empezando por Jacques Vallèe y su obra seminal Pasaporte a Magonia (1969), sin embargo, los OVNIs son un misterio espiritualista, ya que formarían parte de un reino espiritual compuesto por todo tipo de entidades folklóricas y sobrenaturales que no acatan necesariamente las leyes físicas. Es en este sentido que el posufólogo español Miguel Pedrero suele decir que los OVNIs son, en realidad "carros de brujas".

En general existen misterios que son paradigmáticamente espiritualistas, como los fantasmas, que desafían el cierre causal del mundo físico, la angelología, y la mayor parte de la parapsicología. Pero otros misterios, sin perjuicio de que sean falsos o delirantes, son claramente materialistas. Por ejemplo, las fantasías astroarqueológicas de Erich Von Daniken o Zecharia Sitchin son enigmas materialistas, puesto que el planeta Nibiru o los visitantes extraterrestes de las Pirámides se postulan, en principio, como seres físicos.

La distinción también es útil para comprender por qué nos sentimos más atraídos hacia unos misterios que hacia otros. Los misterios que nos atraen dependen probablemente de nuestro temperamento e inclinaciones filosóficas fundamentales.

miércoles, 9 de abril de 2014

El desencanto ufológico de Antonio José Alés

Antonio José Alés (1937-2009) fue un conocido periodista y divulgador del "misterio", presentador entre otros espacios radiofónicos de "Medianoche" en la cadena SER. Yo empecé a escuchar su programa hacia fines de los ochenta, si no recuerdo mal, cuando su posición hacia el "fenómeno" ya se había vuelto considerablemente escéptica.

Fue el inventor de las "Alertas OVNI". Y una de ellas, emitida el 15 de agosto de 1979, congregó a 12 millones de oyentes. Más que las audiencias de "Gran Hermano". La prórroga de la final del campeonato mundial de fútbol de 2010, si estos datos son correctos, sólo tuvo 2 millones más.

En 1988 grabó este programa que alguien ha rescatado para las bibliotecas digitales públicas: La ufología a través de los años. Alés cuenta una breve historia de la ufología con sencillez, ayudado por su voz cálida y profunda. Recuerda las primeras noticias platillistas, que por entonces asaltaban los periódicos españoles convencionales, y pasa revista a la "casuística" más popular. Califica correctamente a Adamsky como "vendedor de palomitas", ironiza sobre los OVNIs de Washington, el conspiracionismo de los ufólogos, la violación galáctica de Vilas Boas...

lunes, 7 de abril de 2014

¿Pero qué es un "fenómeno"? En torno a la idea "fenómeno OVNI"

"Fenómeno" es un término con distintas acepciones en el idioma español. El diccionario de la real academia recoge al menos 6. Algunas de estas acepciones son filósoficas, y derivan bastante directamente del origen etimológico (del latín phaenomĕnon y del griego φαινόμενον): "Toda manifestación que se hace presente a la consciencia de un sujeto y aparece como objeto de su percepción" o "En la filosofía de Immanuel Kant, lo que es objeto de la experiencia sensible". Pero el término tiene también acepciones más mundanas: "Cosa extraordinaria y sorprendente", o "Persona o animal monstruoso".

"Fenómeno" es un término que se utiliza habitualmente, tanto en español como en inglés, para referirse a la supuesta manifestación de OVNIs y platillos volantes: "el fenómeno OVNI". Para poner sólo un par de ejemplos, Jacques Valle, uno de los ufólogos más influyentes, publicó en 1965 su primer libro sobre el tema, bautizándolo como "Anatomía de un fenómeno" (Anatomy of a phenomenon: unidentified objects in space – a scientific appraisal). Y Vicente Juan Ballester Olmos, un ufólogo español también de corte "científico", tiene un libro titulado OVNIS. El fenómeno aterrizaje, que publicó en 1978.

Un interesante problema es que, cuando hablamos de OVNIs y de ufología, el sentido de "fenómeno" bascula entre las acepciones mundanas y académicas.

Cabría conjeturar que los ufólogos de corte "científico", como en su día Vallé o Ballester Olmos, que aspiraban a transformar la ufología en una disciplina científica, pretenden usar el término en su sentido académico, mientras que los periodistas sensacionalistas, del "misterio" y el público en general utilizan la expresión "fenómeno OVNI" mucho más en sentidos mundanos.

Según la definición de J. Allen Hynek ("La experiencia OVNI"): "podemos definir el fenómeno OVNI simplemente como el informe de un avistamiento de un objeto o luz vista en el cielo o sobre el suelo, cuya apariencia, trayectoria, dinámica general y comportamiento luminoso no parezcan sugerir una explicación lógica convencional" (citado por Willy Smith en "Cuadernos de ufología", nº 11, 1991).

En contraste, los OVNIs aparecerían en la imaginación popular esencialmente como "cosa extraordinaria o sorprendente", una especie de prodigios que destacan sobre el fondo prosaico de la vida. Incluso como una manifestación que pertenece a un orden de realidad ontológicamente diferente. Se plasmaría así una pintoresca dialéctica entre la ufología "científica" y la ufología popular, con la intención más o menos afortunada y consistente de los ufólogos "científicos" de distanciarse de las acepciones maravillosas.

viernes, 4 de abril de 2014

Introducción

La relación entre racionalidad e interés por las llamadas anomalías, fenómenos "forteanos", etc, es compleja. Seria un error suponer que el interés se basa en la credulidad o la ignorancia, mientras que el desinterés se fundamenta en la racionalidad y la ilustración. Más bien el desinterés se fundamenta comúnmente en falta de imaginación y espíritu inquisitivo. Muchas personas simplemente carecen de curiosidad. Por citar un apunte orteguiano de Antonio Ribera, pionero de la ufología española: "En su congénito cretinismo, el hombre-masa de nuestros días ha convertido en materia de chistes chabacanos lo que es sin duda el mayor misterio de nuestro tiempo".

Otra cosa es confundir interés con creencia.

Yo soy escéptico con el llamado "fenómeno" de los no identificados, principal tema del blog, aproximadamente en el sentido que le dieron a la palabra "escéptico" los radicales ilustrados del siglo XVIII. No es probable que detrás de las luces que se ven en el cielo se oculten inteligencias no humanas, "adimensionales", sobrenaturales o extraterrestres. Fuera del célebre residuo ufológico (el porcentaje de casos no explicados) conocemos que una mayoría de la llamada "casuística" se basa en errores y fraudes. Parafraseando a Ludwig Feuberbach, la ufologia es antropología. Es decir, es un conjunto de fenómenos naturales que podemos explicar desde diferentes perspectivas científicas: ciencia cognitiva de la religión, historia comparada de las creencias y mitos, sociología, psicopatologia, astronomía, metereología, etcétera.

Aunque mi posición es escéptica carezco de espíritu de cruzada. No me opongo a que se hable de parapsicología, reiki, flores de Bach o platillos volantes en los medios de comunicación, incluso en las universidades, aunque sea desde perspectivas francamente heterodoxas y delirantes. Al fin y al cabo la universidad ya está llena de tonterías fraudulentas sin recurrir a anomalías misteriosas, y no digamos los periódicos, las televisiones o las tertulias de radio. Defiendo un punto de vista bastante radical de libertad académica y expresión.

En esta bitácora personal publicaré reflexiones aleatorias, totalmente teóricas y especulativas, notas nostálgicas y quizás pequeños ensayos sin pretender realizar aportación de valor alguna. No me crean. Los comentarios están cerrados, pero los aludidos directos tienen derecho a que les publique una réplica. En general, quien quiera comentarme algo puede hacerlo directamente a través del correo electrónico.